sábado, 27 de julio de 2013

ARTÍCULO DE ROSA VILLADA: "EL TREN DESCARRILA EN SANTIAGO"

     

       Hola amig@s!

      Nuestra gran amiga peregrina Rosa Villada, ha incluído en su excepcional página web: http://www.rosavillada.es/    una nueva sección denominada: "Actualidad simbólica", con la que pretende comentar las noticias más destacadas desde un punto de vista distinto al que nos ofrecen actualmente los medios de comunicación. A continuación les mostramos su último artículo referente al trágico accidente ferroviario de Santiago de Compostela ocurrido hace escasos días. Esperamos se de vuestro agrado:


                                                     El tren descarrila en Santiago


            Coincidiendo con la festividad de Santiago Apóstol, inicio hoy una nueva sección en esta página web, en la que iré comentando algunos aspectos de la actualidad, desde un punto de vista simbólico. Se trata de no quedarse en la superficie de lo que nos ocurre, sino de profundizar en el significado oculto de sucesos que afectan a nuestra existencia. A la vida de todos nosotros. Porque el accidente ferroviario de Santiago de Compostela, no implica sólo a las personas que viajaban en ese tren y a sus familiares. Nos está hablando, en el lenguaje simbólico, a todos y cada uno de nosotros.
            El trágico suceso se produjo momentos antes de iniciarse en la ciudad de Santiago de Compostela los actos festivos para conmemorar el Día de Santiago Apóstol, que se celebra cada 25 de julio. Estos actos quedaron suspendidos. No hubo ni fuegos artificiales, ni misas con políticos, ni parafernalias, ni saraos institucionales, ni nada que hiciera desviar la atención de lo realmente importante.  Se da la circunstancia de que Santiago Apóstol no es sólo el patrón de Galicia, sino que lo es de toda España y, por tanto, este suceso obliga a todo el país a fijar su mirada en ese accidente.
            Santiago de Compostela es también un lugar de peregrinación en todo el mundo. En estos días, miles de peregrinos de todos los países hacen su recorrido por el Camino de Santiago. Esta circunstancia, y la magnitud del accidente, hacen que éste trascienda nuestras fronteras y los medios de comunicación de todo el mundo también se hacen eco de esta tragedia humana. Estamos, pues, ante un triste acontecimiento que trasciende el ámbito local y el nacional, y que le otorga un interés internacional.
            En el campo de la simbología y de los sueños –que son eminentemente simbólicos- el tren representa el discurrir de la vida. No solo la vida personal de cada uno, sino también la colectiva. Es un transporte colectivo. Los vagones van enganchados unos con otros, dependen unos de otros y de la máquina que los conduce. Cuando soñamos que perdemos un tren, nuestro inconsciente nos está mostrando imágenes para decir a nuestra conciencia que estamos perdiendo oportunidades que nos ofrece la vida.
            En el caso que nos ocupa se trata de un descarrilamiento. El tren se ha salido de la vía por la que debía discurrir. No nos interesa analizar aquí las posibles causas del siniestro. Si se deben a fallos técnicos o humanos. Tampoco vamos a comentar las responsabilidades políticas, económicas o de cualquier otra naturaleza, que puedan derivar, porque de eso ya se ocupan los medios de comunicación. Se trata, como ya hemos dicho, de una aproximación al lenguaje simbólico con el que este suceso habla a nuestra conciencia.
            Y, en primer lugar, nos habla de la muerte. Nos recuerda nuestra naturaleza efímera. Cómo nuestra vida puede dar un vuelco –como los vagones del tren- de un momento a otro. Sin previo aviso. A la mayoría de las personas no les gusta hablar de la muerte y, mucho menos, ser conscientes de que pueden morir en cualquier momento. La muerte es cosa de otros, pero nunca nuestra. Este suceso nos llama la atención sobre lo efímero de nuestra existencia. Y no lo hace para fastidiarnos las vacaciones, ni para amargarnos la fiesta que teníamos preparada, como en Santiago. Lo hace porque la muerte es la otra cara de la vida y no se puede vivir plenamente, sin esa conciencia de la muerte. Vivimos porque vamos a morir, no se pueden separar vida y muerte.
            Pero hay muchas formas de morir y muchas almas, que habitaban los cuerpos que viajaban en ese tren, han dado su vida para que los que nos quedamos aquí reflexionemos y profundicemos sobre este suceso, más allá de lo que se percibe a simple vista. Tal vez deberíamos preguntarnos si nuestra vida ha descarrilado, como seres individuales y como sociedad. Si no circularemos demasiado deprisa, sin saber adónde nos lleva el tren de nuestro destino. Si no nos estaremos saliendo del camino que nuestras almas han establecido. Si no nos sentiremos más atraídos por espectaculares fuegos de artificio, que por la luz que mana de nuestro interior.
            No pretendo agotar en este breve comentario toda la simbología que recrea este suceso, que va desde el número de muertos, hasta la hora en la que se produjo el siniestro. No se trata de analizar la numerología, sino de que cualquier persona, sin ningún conocimiento especial ni esotérico, pueda profundizar en el accidente, más allá de la información televisiva. A pesar de eso, no puedo sustraerme a comentar que en el calendario Maya, el 25 de julio se denomina “Día  fuera del tiempo”, porque se encuentra en medio del año que finaliza el 24 –fecha en la que se produjo el accidente ferroviario- y el inicio de un nuevo año que celebran el 26 de julio.
            Quizás este trágico suceso, que ha conmocionado a tantas personas, nos esté dando la oportunidad de enmendar nuestro camino para que ese tren que simboliza nuestra vida no descarrile ni se salga del trayecto marcado por nuestras almas.

           Rosa Villada, escritora y periodista.

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